Vaselina y tierra ¡vaya caos!
Ambas guardadas en un tarro con miedo a salir
ambas, con demasiado que ocultar, que sufrir, que sentir.
Ese tarro con una inicial cualquiera grabada
me ha llevado a aquella playa
en la que ni el viento ni el frio
podían hacer menos divina
la visión de las nubes engullendo las montañas
mientras el grafito se deformaba en el papel.
Horas invertidas en metros y autobuses
y en alcohol que nunca llegamos a beber,
que nunca nos hizo ser.
No nos hizo ser mas que gritos por la calle
que denotaban el miedo a perder.
Vaselina y tierra ¡vaya caos!
Nadie pensaría
que podían vivir en perfecta armonía
olvidando las rencillas de un pasado ya quemado
pero cuya llama sigue viva.
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