Un correo no me parecía suficiente para decir todo lo que
tengo en la cabeza. Llevo mucho tiempo pensando en cómo expresarlo pero desde
que os vi supe que tenía que hacerlo.
Entre las cuatro paredes entre las que vosotros trabajáis he
pasado, sin duda, los mejores y peores años de mi inexperta vida. Habéis
aguantado mis días bueno y malos, mi rebeldía fruto de la etapa en la que me
encontraba, mis malas contestaciones y mis subidas y bajadas. Cada uno de
vosotros sois imprescindibles para contar una parte, quizás pequeña pero muy
importante, de mi vida. Es por ello que me niego a que os quedéis en el olvido,
atrapados entre las hojas de unos libros usados e impregnados de miedos,
ilusiones, desgana y momentos irrepetibles. Normalmente vosotros sois los
encargados de motivar a las nuevas generaciones pero hoy me gustaría tener ese
privilegio con vosotros.
En una clase de informática comenzó este blog, una aventura
que me ha traído mucho esfuerzo, muchas alegrías y muchas desilusiones también
pero sé que si no lo hubiese hecho como un trabajo de la asignatura esto
posiblemente nunca habría empezado. Me conoces desde el primer año de la ESO y
tú mejor que nadie sabe lo insegura, miedosa y negativa que soy pero siempre me
ha guardado el secreto y ha confiado en mí, pidiéndome más porque sabía que
tenía la capacidad para responderle, porque sabía que necesitaba ganar esa
seguridad en mí. Me acuerdo tanto de ti cuando me doy cuenta de cómo he
cambiado en ese sentido, sé que estarías orgulloso de mí. La dirección del instituto
está en buenas manos, lo sé.
Qué puedo decir de mis queridas clases de inglés. Entre
nosotros, creo que eran mis favoritas porque casi nunca hacía nada. Recuerdo
con mucho cariño a mi profesor de primero y la de segundo, que era (es) mística
como ella sola, me descubrió una parte de mí que hasta el momento yo ignoraba.
Pero mi profesora favorita siempre será la que más tiempo ha tenido que
aguantar que fuese a mi bola para que luego sacase buenas notas. Lo que me
habré reído contigo mi pequeña profe, no pierdas esa paciencia que tanto te
caracteriza.
El siempre mítico Jefe de Estudios y profesor de música.
Debo confesar que desde tus clases nunca he vuelto a escuchar un canto
gregoriano, lo admito, pero me aprendí bien sus características. Reconozco que
nunca en mi vida había hecho tantos exámenes en un solo trimestre pero también
es cierto que nunca había aprobado tantos seguidos. Sea como fuere tus horas
han sido de las mejores y es imposible que tus alumnos no te cojan un cariño
especial.
Mis queridas profesoras de matemáticas a las que traía por
el camino de la amargura con mis eternos suspensos. Sin la ayuda de algunas de
vosotras no habría conseguido adquirir según qué conocimientos.
Tan sólo tuve dos de biología para anda que no he hablado (y
disfrutado) en vuestras clases. Hay poco que no haya dicho ya y que no se os
aplique a vosotros. Habéis hecho que comprenda mejor el mundo y su
funcionamiento desde un punto de vista más científico pero también más humano poníais
piel en la asignatura. No olvidaré una famosa frase de mi profesora, gracias a
la que me di cuenta de que lo que estábamos aprendiendo en ese momento fuese de
la materia que fuese no era para un simple examen sino que debería acompañarme
durante el resto de mi vida y desde entonces comencé a tomarme más en serio
todo aquello que marcaba con “no entra”. Ese uno de los mejores y más útiles
consejos que he recibido nunca.
Gracias a las profesoras de lengua que ayudaron a
incrementar mi amor hacia la lengua y en especial a la literatura. Vosotras
(junto con el único hombre) también
formáis parte de cada letra que escribo porque en cierto modo vosotras me enseñasteis
a formarla.
También me gustaría recordar a aquellos que ya no están,
bien por jubilación o por otros motivos. Espero que allá donde estéis sepáis
que no nos olvidamos de vosotros. Rosa, hiciste un gran trabajo con la
fundación del centro, por decirlo de alguna manera quizá un poco poética. Ambas
lo dejamos el mismo año y ambas lo recordaremos por siempre.
Permíteme que para hablar de ti utilice un párrafo aparte
pero no puedo tratarte sólo como una profesora, para mí eres como una amiga.
Empecé a escribir bastantes años antes de conocerte pero fue gracias a ti por
quien comencé a valorar mis escritos de verdad. Aprovechas cada mínima ocasión
que tienes para interesarte por cómo lo llevo o por cómo estoy e intentas que
no lo deje. Aunque no lo creas tus palabras inspiran mucho más de lo que crees.
Una de las cosas que más admiro de ti es el brillo en los
ojos y la sonrisa que permanentemente está instalada en tu rostro. Tan sólo un
año te bastó para conquistarme y acabé enamorándome de ti, no en un sentido
amoroso sino de todas las maneras posibles de las que una alumna puede
enamorarse de su profesora, una pupila de su mentora. No eres consciente de
todo lo que has hecho por mí pero necesito darte las gracias una vez más. Ojalá
no vuelva a sacudir tu vida ningún sinsabor más y si es así yo intentaré estar aquí
humildemente para lo que puedas necesitar y sobre todo no dejes que tu luz se
apague nunca.
Sé que no es mucho pero es mi pequeño homenaje a todos
aquellos que me habéis ayudado y enseñado cosas que no vienen en los libros,
que muchas veces es lo realmente importante. Puede que a veces no lo parezca
pero os tenemos más estima de la que parece y no os desaniméis porque vuestro
trabajo realmente cuenta y espero que os quede claro al término de este modesto
texto, pues ese es su único propósito. Vosotros sois mis profesores, los de
verdad, los que te marcan de por vida y aunque yo sólo sea una alumna más
sentía la necesidad de que supierais que me habéis cambiado gran parte de la
concepción de la educación y me gustaría tener un poco de todos vosotros cuando
sea una Educadora.
Gracias por ser mis profesores. Os quiero.
María Díaz